LA «ESTATURA» DE UN DIFUNTO, Emilio Bernal Labrada

A propósito del hermoso monumento a Martin Luther King (mal llamado «Jr.», como ahora veremos) recién inaugurado en Washington, el otro día oímos una noticia televisada en que la locutora afirmó que «sigue creciendo la “estatura”» del líder de los derechos civiles según transcurren los decenios desde su desaparición.

Lo cual nos pareció un poco extraño, para decir lo menos, ya que no creemos que los muertos crezcan. Y los adultos vivos tampoco, a no ser de circunferencia, y generalmente por la región céntrica del cuerpo.  En español «estatura» tiene una sola y bien precisa acepción: altura de una persona.

Lo que quiso decir, evidentemente, fue que la figura de King se ha agigantado, se ha engrandecido con la perspectiva histórica. Porque decir que ha «crecido de estatura»—bueno, lo siento, pero no trago—.  King dejó de crecer alrededor del año 1949, y después de muerto probablemente se contrajo un poco.  Así que…

En inglés, «stature» prácticamente no se usa en su acepción de «altura de la persona», empleándose cotidianamente, en cambio, para señalar el prestigio, grandeza, importancia o valía de la personalidad, que es otra cosa.

Así que todo depende de cuál de los tres idiomas vamos a hablar: inglés, español… o espanglés.

Sobre el apéndice de «Jr.» al que nos referimos al principio, cabe decir que solo corresponde hacer tal distinción cuando ambas figuras son igualmente famosas, como en el caso de Johann Strauss el Viejo (padre), y Johann Strauss el Joven (hijo), o en la antigüedad, Plinio el Viejo (tío) y Plinio el Joven (sobrino).  De lo contrario, el que lleva la designación es el no famoso: en este caso, el (ya finado) padre de Martin Luther King. De manera que el «Jr.» está de más dondequiera que lo pongan y en cualquier idioma de este mundo. De paso, cabe advertir que anteponerle el «Dr.», comprensible señal de respeto para los vivos, no se acostumbra tratándose de figuras históricas. Pero en conclusión, llamar «Jr.» a King es como rebajar de categoría a una figura estelar del siglo XX.



Emilio Bernal Labrada, de la Academia Norteamericana, es autor de La prensa liEbre o Los crímenes del idioma.  Pedidos a emiliolabrada@msn.com.