Traductores y revisores, una simbiosis indispensable

En el blog del Club de Traductores Literarios de Buenos Aires, a menudo se publican artículos interesantes, por eso lo leo regularmente. Muchas veces los comentarios sobre la traducción literaria son también aplicables a la traducción técnica, especialmente en lo que se refiere a revisar y corregir. En un mundo ideal, siempre se deberían publicar traducciones que hayan pasado al menos por un revisor, pero lo cierto es que no siempre se logra hacer esto. Cito aquí parte de un artículo del blog que se relaciona con el tema de las revisiones:
«Aunque hay lugares donde la figura del revisor y/o del corrector de estilo ha sido desterrada del proceso por razones económicas, esta segunda presencia ―cuando actúa― no tiene que significar, por fuerza, una mirada antagónica, amparada a ultranza en la autoridad que da una función reconocida, pues el éxito de la alianza estriba en saber dignificar y respetar el papel y la función de ambos especialistas y no ahondar la brecha entre uno y otro.»
De hecho, en ciertos casos, surge un antagonismo de parte del revisor. Esto tiende a producirse cuando quien revisa no es traductor ni revisor profesional. Muchas veces pasa que el cliente simplemente tiene un empleado bilingüe que recibe la traducción y la «corrige». A menudo estos empleados hacen muchos cambios de estilo o preferencia, dando la impresión de que la traducción está plagada de errores. Entonces vienen las preguntas que ponen en duda la calidad del trabajo presentado. Varias veces he tenido que hacer, pacientemente, una lista con las correcciones recibidas, analizar una por una las modificaciones efectuadas y explicar si es necesario o no implementarla, si es errada o si es simple sinónimo o cuestión de preferencia.
Por supuesto que es mucho mejor cuando hay un glosario de referencia que sirve tanto para quien traduce como para quien revisa. Con esto se evita gran parte de las discrepancias de terminología y los antagonismos que no vienen al caso. Es importante que se le informe al cliente que la revisión forma parte integral de todo texto escrito y, por lo tanto, de toda traducción. Debe quedar claro que el hecho de revisar no significa que haya que rehacer el trabajo por completo ni atacar a nadie. Se trabaja en armonía cuando todas las partes tienen claro su papel en el proceso. Todos aportamos algo, ya sea que actuemos como traductores, revisores o correctores de un trabajo, pero es fundamental como requisito mínimo que el nivel de conocimiento de los idiomas involucrados sea profundo y relativamente uniforme entre las partes. El ideal es que el colega traductor/revisor sea un profesional con las calificaciones necesarias para no introducir errores en el texto o empeorar la calidad. Como ejemplo del tipo de problema que plantea el uso de revisores no calificados cabe mencionar esta «corrección» que recibí a una traducción que hice:
Original: Please return completed and signed form
Traducido: Devuelva el formulario completado y firmado
Corregido: Favor de enviar el formulario firmada y completada
Es evidente que el revisor no dominaba siquiera el uso de los diversos géneros en español. No era el único cambio que combinaba géneros de sustantivos poniéndoles adjetivos del género opuesto. Lo mismo pasaba con los plurales y singulares, que se mezclaban sin ton ni son en las desafortunadas «correcciones». Al respecto, el artículo del blog literario señala:
«(…) no todo el mundo está en condiciones de mejorar la calidad de un texto traducido, y los resultados de la intervención de un revisor no siempre son los esperados en términos absolutos. En una cadena editorial, donde el revisor es quien controle el texto final, este tiene que aceptar que será el responsable de los errores en que se incurra. Con frecuencia se suele olvidar, al enjuiciar un texto traducido, que la insuficiente calidad de los originales es una realidad más común que lo admitido. En muchos casos, las opciones elegidas por el traductor pueden no ser evidentes para el revisor.»
Efectivamente, otro problema que se produce con los revisores es que a veces no reciben las mismas instrucciones que el traductor. Esto causa que se hagan cambios innecesarios en algunos términos que el traductor tuvo que dejar sin traducir, o que debió utilizar sin poder objetar nada por ser preferencia del cliente. Si el revisor no cuenta con la misma información que el traductor, habrá discrepancias. Además, al traducir manuales técnicos, por ejemplo, los revisores que usa directamente el fabricante de un producto agregan a veces texto que no estaba en el original. Como se trata de gente que trabaja con el producto o proceso en cuestión, conocen a fondo de lo que se habla y añaden explicaciones o datos que no había en el original y que el traductor nunca recibió.
También existe mucha divergencia en la reacción de los clientes en cuanto a lo que uno pueda comentar tras revisar una traducción. Algunos valoran los comentarios y les interesa conocer aspectos especialmente buenos o malos del texto revisado. Otros simplemente prefieren no enterarse de los detalles. Por eso es tan valioso recibir buenos comentarios de clientes. Uno se siente apreciado en su labor, especialmente si ha quedado extenuado después de haber tenido que corregir bastante a fondo un texto para que fluya naturalmente, sin ninguna malinterpretación.
A modo ilustrativo, incluyo ahora algunos casos concretos que demuestran la necesaria labor de revisar siempre. En una traducción financiera, se mencionaba que el hecho de que llegara a su fin una medida financiera del banco central seguramente iba a ser un non-event para los inversionistas. Esto fue traducido como que la medida no iba a representar un fracaso. Lamentablemente esa interpretación no comunica lo que realmente se quiere decir en el contexto, a pesar de que las definiciones directamente sacadas del diccionario puedan indicar lo contrario. Lo que el texto original quería decir es que se proyectaba que la situación iba a pasar desapercibida, o sea que resultaría inocuo que concluyera la medida del banco central.
En otra ocasión, revisando una traducción bancaria, primero apareció tenants, que claramente en el contexto se refería a inquilinos, traducido como tenedores. Puede que se trate de un caso de «piloto automático», cuando se pone algo sin pensar, siguiendo las letras similares que pueda tener otro término en el idioma al que se traduce. Más adelante, en otra parte del mismo documento, aparecía la frase duplicating fee required traducida como se requiere honorario doble cuando estaba claro que se hablaba de pedir unos ejemplares o copias de folletos. Entonces había que pagar un cargo por la reproducción o la copia que se hiciera. Aquí se había perdido por completo el sentido de la frase.
Otro caso de malinterpretación, donde se pierde el sentido de lo que se trata de comunicar, se relaciona con el término tax loopholes que encontré traducido como exención fiscal. Sin embargo, estamos hablando de resquicios tributarios existentes y que permiten evadir el pago de impuestos. Es posible que, dado que muchos traductores no viven en el país donde se origina el texto, si ellos no se mantienen al tanto de las expresiones vigentes, va a haber instancias como estas que son comunes en el uso cotidiano, pero que escapan a su radar al traducir. Otro caso que ilustra expresiones comunes mal traducidas es Getting carded… que he visto traducido como Recibir tarjetas… cuando en realidad se refiere a que le pidan a uno el carnet de identidad para verificar la edad (como lo hacen en un cine cuando hay películas para mayores de edad).
Asimismo, al revisar, detecto la tendencia de seguir la sintaxis del original al extremo, lo que causa que el verbo quede, a veces, ubicado al final de una larga frase. Hay que combatir esta costumbre y dar vuelta la frase colocando el verbo al principio para que fluya naturalmente en español. De lo contrario, se dificulta para el lector entender de lo que se habla. Veamos un ejemplo:
Variations in the target percentage allocation between underlying funds that invest primarily in equity securities and underlying funds that invest primarily in fixed-income securities are permitted.
X Las variaciones realizadas en la asignación de porcentaje deseado entre los fondos subyacentes que principalmente invierten en valores accionarios y los fondos subyacentes que principalmente invierten en valores de renta fija están permitidas.
Claramente, en este caso, hay que empezar la frase así: «Se permiten las variaciones…», sin seguir la sintaxis inglesa al pie de la letra.
En conclusión, es bueno saber que alguien va a revisar lo que uno entrega. Somos seres humanos y cualquiera puede cometer ocasionalmente algún error. No me he referido aquí a errores menores o tipográficos sino a los errores de fondo. Son más interesantes los errores de fondo, para aprender de ellos. Mientras existan palabras con una variedad de significados, y mientras sigan evolucionando los idiomas constantemente, siempre va a necesitarse un corrector de carne y hueso para revisar textos. Por eso es fundamental que exista un respeto profesional mutuo que asegure un resultado final óptimo que deje al cliente conforme con la traducción lograda.
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Fuente citada:
Lourdes Arencibia Rodríguez, Las relaciones entre traductor y revisor: una asignatura pendiente en la cadena editorial Publicado originariamente el 11 de julio de 2011 en la sección correspondiente a traducción de la revista virtual Cuba literaria. http://clubdetraductoresliterariosdebaires.blogspot.com/2011/07/no-todo-el-mundo-esta-en-condiciones-de.html
Anamaría Argandoña nació en Chile. Es antropóloga y traductora certificada por la ATA (English >Spanish, French >Spanish) con más de 20 años de experiencia en traducción. Contacto: translates@gmail.com.